“¿Eres de vino tinto o blanco? Seguramente dentro de poco también seas de azul o naranja”. Eso opinan desde el ecommerce Vinissimus en este artículo y señalan que ahora habría que sumar también estos dos colores que van ganando terreno y adeptos en el mundo del vino.
Añaden que este interés es “entre los más jóvenes” y a la vez está “creando polémica entre los enófilos”. Y preguntan: “vinos de colores, ¿son realmente vino?”.
Los vinos se han clasificado siempre de acuerdo a tres colores básicos: tinto, rosado y blanco. Actualmente esta pequeña paleta cromática se ha convertido en un amplio abanico de colores donde los matices del vino son cada vez más precisos. Y a ellos hay que sumar los vinos de colores.
Ahora describimos el vino tinto con nombres como púrpura, rubí o granate; al vino rosado lo dividimos en una escala más precisa con términos como piel de cebolla, salmón o frambuesa y nos referimos al color de los vinos blancos como pajizo, ámbar o dorado.
Hoy en día podemos encontrar en el vino colores dorados, debido a las partículas de oro que añaden, también se puede hablar de los pseudovinos, que lucen colores como el rojo, obtenido de una maceración de frutos rojos, o el verde, con sabor a manzana.
Ahora habría que sumar también otros dos colores que van ganando terreno y adeptos en el mundo del vino: naranja y azul.
Los vinos naranjas están elaborados con uvas blancas cuyas pieles maceran durante largo tiempo con el mosto hasta desprender parte de su color y teñir el líquido de un color que se aproxima bastante al naranja. Este estilo de vino tiene su origen en países como Georgia y no debe confundirse con el vino naranja que se elabora macerando pieles del cítrico con una base vínica.
Artículo tomado de http://www.tecnovino.com
Foto de https://www.pexels.com/
Síguenos en nuestras redes sociales