La elección del vino adecuado puede hacer la diferencia entre un buen rato y un momento
maravilloso. En los países del Viejo Mundo, con sus marcadas estaciones, Meritxell Falgueras
habla de los “amores de verano”; esto es, de los vinos que se deben abrir y beber cuando hay calor
(así como también hay platos de verano y platos de invierno). De este lado del mundo, a mí que
disfruto mucho el mar, me gusta hablar de los vinos para descorchar en la playa.
¿Qué características deben tener estos vinos?
- Ligeros: agradables, fáciles de beber, son esos vinos que invitan a una segunda copa. La ligereza
tiene que ver con el cuerpo del vino, su estructura, que viene dada por una sumatoria de
condiciones: la uva, su manera de ser elaborado en bodega. - Refrescantes: este rasgo lo tienen los vinos con rica acidez. La acidez es uno de los sabores
presentes en el vino (dulce, ácido, amargo, salado); y es la llamada columna vertebral del vino,
especialmente de los blancos. ¿Cómo la reconocemos?.. su presencia despierta la salivación: son
vinos que nos hacen salivar (por ello, suelen ser también buenos aperitivos).
Tres opciones: Hay rosados refrescantes, blancos que destacan por su rica acidez y los espumosos
(en este caso me inclino por la ligereza de los vinos hechos con el método charmat: prosecco y
burbujas del Nuevo Mundo.
Decálogo vinícola-marino - En el momento de la compra: son vinos hechos para su consumo inmediato, por lo que se debe
optar por los de reciente añada (2019 y 2018 preferiblemente). - Son vinos que acompañarán bocado y tertulia, difícilmente serán el centro de atención, por lo
que no es momento para descorchar grandes vinos, sino buenos vinos de razonable calidad-
precio. Vinos honestos, no es momento de complejidades: ¡estamos en la playa! - Descorchar justo en el momento antes de servir, no antes: es mejor coordinar que los bocados
ya estén listos y abrir el vino cuando todo esté organizado. - Si está en balcón frente al mar, copas de vidrio; pero si está en la propia playa lo mejor son las
copas irrompibles. - Deben servirse bien fríos y como estamos en la playa, uno o dos grados menos que la
temperatura adecuada de servicio. Aquí, como dice Ophélie Neiman, “más vale un vino demasiado
frío que demasiado caliente”, pues se calentará en la copa. Normalmente puede aumentar cuatro
grados en 15 minutos. En sitios calientes, en cinco minutos. - Vinos blancos vivaces y frescos: su temperatura adecuada es entre seis y ocho grados. En la
playa: servirlo a cinco grados. - Rosados: la temperatura adecuada es entre ocho y diez grados. En la playa: servirlo a siete
grados. - Cantidad en copa: Nunca se llena más de un tercio (con la idea de que el vino respire y los
aromas se liberen); en este caso se sugiere incluso un poco menos para evitar que se caliente en
copa. - Se debe mantener la botella en la hielera o en la cava para evitar que el vino se caliente.
- Propuestas de armonías: bocados con frescura; esto es, sándwiches con tomate, pepino en
finas rodajas, quesos blancos venezolanos que se llevan muy bien con los vinos blancos. Y quiches
o tortillas con vegetales (calabacín, zanahoria, pimentón) podrían ir muy bien con los vinos
rosados. También las ensaladas y las frutas dialogan bien con los rosados.
Disfruto del mar en compañía del vino (y viceversa). Y digo:
“Mucho enseña el mar.
La naturaleza cambiante de las cosas,
que hay cercanía y lejanía,
que la vida no viaja en línea recta”.
¡Salud!
Adriana Gibbs
Punto Paladar: www.adrianagibbs.com